Anatomía del proceso es una cuadrícula de 1×1 metros donde 16 imágenes escaneadas organizan manos, luces y objetos intervenidos en cuatro actos rituales que trazan el proceso creativo como una extracción quirúrgica: primero dirigir, con manos que sostienen luces en tensión entre lo frío y cálido, iluminando lo aún no descubierto; luego excavar, donde esas mismas manos se distorsionan al hundirse en capas de papel como buscando en el subsuelo de la idea, registrado mediante electrografía industrial que captura el movimiento entre lo sensorial y la revelación. El tercer acto, contener, introduce espejos que reflejan tanto lo extraído como al artista mismo atrapado en su gesto, mientras superficies ásperas testimonian la crudeza del proceso. Finalmente, soltar se manifiesta en manos que jalan cuerdas y otras que se desvanecen, aceptando la paradoja de liberar para recomenzar. La cuadrícula completa, con su ritmo de fotocopias intervenidas y capas de color, no muestra un resultado sino el rastro de ese viaje cíclico donde crear es siempre oscilar entre el hallazgo y el desprendimiento.